El Palancar

La paz de la naturaleza en Pedroso de Acim

Habíamos oído hablar del Convento del Palancar, así que decidimos ir a visitarlo, fue fundado por San Pedro de Alcántara en 1557. Situado en el pequeño pueblo del Pedroso de Acím, muy cerca de Coria, podemos llegar al convento en un par de kilómetros, con muy buen acceso para andar o con el coche.

 

Fray Pedro de Alcántara, Patrón de Extremadura y de El Pedroso, era un peregrino nato, así que seguimos su ejemplo y dadas las beneficencias del caminar, salimos del pueblo en principio por la llamada “Ruta 2” del Tío Fabián, es marzo y en Extremadura, está a punto de explotar una magnífica primavera que pudimos comprobar y de la que dejamos fe en nuestras fotos.

Llegando al segundo cortafuegos, en vez de seguir la ruta en sí a la derecha, elegimos la contraria, para llegar al Convento del Palancar también llamado por los vecinos “El Conventito” bordeamos absolutamente la pequeña sierra, solo el ruido del viento, arrib a 700 metros de altura “nosotros y el mundo” nos sentimos muy bien mirando todo los valles, verdes ahora, con el Universo a nuestros pies.

Desgraciadamente hace un par de años un terrible incendio destruyó gran parte de la sierra, pero también hemos podido comprobar como en muchos sitios se ha comenzado ya una repoblación de árboles autóctonos.

 

 

Seguimos por la pista y comenzamos ya el descenso al convento,  esta vez hemos sido cautos y nos llevamos unos bocadillos que degustamos con placer debajo de los alcornocales, en una alfombra verde, seguimos nuestra ruta  encontrándonos con ganado que pasta ajeno a todo ruido y estrés mundanal.

Llegando ya vemos una fuente con sus abrevaderos de granito, muy peculiares, en los que descansamos un ratito viendo ya el Conventito y escuchando el croar de las ranas.

Antes de entrar, encontramos a pocos metros el Restaurante “El Palancar”, en este día lleno de gente ya que nos toca el puente de San José, y desde luego el paisaje es absolutamente magnífico así como   el clima.

Nos pedimos un par de cafés, que por cierto estaban muy ricos.

www.elpalancar.com

 

 

 

 

Para que nuestra estancia no sea tan austera como la de San Pedro, hemos alquilado la Casa "El Caminante" que es un compendio de todo lo que debería tener un alojamiento rural, para rozar la perfección.

Marisol la artífice de los detalles y el toque femenino lo ha dispuesto todo para que nos sintamos mas en casa que en ningún otro lugar, logra del confort algo sencillo y práctico.

La casa esta pensada para un pequeño grupo, pero si hay disposición, también puede ser alquilada por una pareja, es cuestión de hablarlo con ella.

Hay un gran patio, que se cierra tras la puerta general donde nos sentimos intramuros y protegidos en un pequeño mundo de objetos y plantas colocados con cariño y mucho gusto.

Una piscina para el verano, muchos rincones donde sentarse y contemplar el decorado, con un refresco y un libro.

La habitación es muy cómoda y sencilla, un alarde de buen gusto.

La cocina equipada hasta el último detalle, me permite cocinar como en casa las viandas que traía para tal menester, y decorar la mesa como si estuviera en el mejor restaurante.

 

 

 

 

 

Un de los alicientes de la casa es un pequeño museo, que recopila todos los objetos que el pasado ha dejado intactos, en una casita a la que se accede desde el patio y donde se recrea la escuela, el comedor, las habitaciones y las herramientas de trabajo, como si acabasen de ser usadas hace un instante.

La vieja "arradio" parece estar sintonizada en la emisora pirenaica, sobre la mesa camilla una fotonovela recién salida del quiosco, era en aquel tiempo tan importante como nuestros televisores de plasma.

 

 

 

 

Nos vamos para el convento y  en la puerta habíamos quedado con Marisol y Santos nuestros anfitriones, los dueños del apartamento donde estamos alojados, nos presentan  los frailes del convento que son sus amigos, en este caso solo dos de los cuatro que allí viven, en principio vemos “El Conventito” original, aquel donde Fray Pedro de Alcántara acudía a meditar y hacer sus retiro espiritual, simple y austero, vemos sus celdas, minimistas sólo para dormir, y la del Santo, que dormía sentado o de rodillas apoyando su cabeza en un tronco de madera.

Vemos también el pequeño claustro, la cocina y la capilla decorada con mosaicos de Magdalena Leroux y la estatua de S. Pedro realizada por Pérez Comendador, con la anécdota de que la cara es del propio Comendador ya que no se conocía el rostro del fraile.


Se añade durante los siglos XVI y XVII nuevas reformas, actualmente  un lugar muy bien comunicado, al que visitan turistas y peregrinos en auge.


Nuestros ahora amigos, nos invitan a un café o infusión, dependiendo del gusto y hablamos plácidamente con ellos de todo lo que nos ocurre a cada uno, complacidos por su disposición a atendernos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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