De los sillones pasamos a probar los múltiples chorros, que inciden de forma particular en todo el cuerpo, haciendo desde cosquillas hasta masajes de distintas intensidades.
Los chorros centrales caen sobre la cabeza con forma circular, dando un masaje craneal muy agradable.
La cascada es una lámina de agua muy divertida, con la que estuve jugando mucho rato, metiendo las manos y la cabeza por la hoja líquida.
Mientras, mi compañera se dedicó a probar los chorros sumergidos, que afectan a las piernas espalada y pies.
Tras el baño en la piscina central fuimos pasando por las distintas piletas de temperaturas ascendente.
La primera a 34º la siguiente a 36º y la última a 38º, una sensación muy grata, acompañada de chorritos y burbujas.
Después pasamos al pediluvio, un camino de piedras y chorros de agua, un masaje genial para los pies con agua de distintas temperaturas.
Para finalizar, es conveniente relajarse unos minutos en el banco de calor y dejar que la piel se seque despacio, contemplando por las ventanas la Sierra de Monfragüe.
Nos ofrecieron un vasito de menta poleo frío, que nos ayudó a reponer el espíritu después de tanto relax
También ofrecen masajes y tratamientos varios.
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