Lisboa puerto atlantico

 

Llegamos a la capital lusa por la autovía Madrid-Lisboa, a una velocidad de crucero de 120 km/h y con el único sobresalto de un peaje de 14€ por cruzar Portugal de este a oeste.

Una vez en puertas de la ciudad, hay que volver a pagar por cruzar el enorme puente, que da acceso a la metrópolis.

 

Damos una vuelta de reconocimiento por las calles de Lisboa y nos instalamos en el Hotel Roma *** en la céntrica Avenida de Roma, corazón comercial de la ciudad.

Coordenadas GPS
Latitud 38.746252
Longitud -9.136119

 

Una vez acomodados, lo que nos pide el cuerpo es ver el mar, y pasar la tarde en la arena tumbados al sol, emprendemos de nuevo camino, en busca de la playa perfecta.

 

Volvemos a cruzar el puente "25 de Abril" Por la A2 en dirección Costa de Caparica donde comemos un arroz con mariscos, viendo los surfistas para seguir después hacia "Fonte da Telha" una de las mejores playas de la zona.

Lisboa Océano por descubrir

 

Este es un paraje natural con una inmensa playa de arena fina, que se extiende hasta donde acaba la vista.

Por aquí solo hay construcciones bajas y algunos chiringuitos de playa, pero nada de hoteles ni de turismo masivo.

El día esta soleado y el agua muy apetecible para pasear por la orilla, mientras observamos los parapentes que sobrevuelan la costa.

Hay un servicio de autobuses que trae al turismo local de Lisboa a pasar el día en esta playa grandiosa.

Sólo de pensar que enfrente de nosotros se extiende este poderoso océano, que hoy está apacible y generoso a nuestros pies, pero que en invierno ruge como una bestia, nos infunde respeto por su noble condición.

 

Descubrimos unas vias de tren en la playa, que hacen honor a la afición de este país por los trenes y tranvías.

Tomamos el sol y recargamos las baterías de nuestra piel hasta bien entrada la tarde.

 

 

 

Muchas terrazas, jardines bien cuidados y edificios nobles.

 

 

MOTELx es un festival internacional de cine de terror www.motelx.org en su segunda edición, una pena no haber tenido más tiempo para ver alguna peli.

 

Uno de los encantos de Lisboa es su aspecto triste y melancólico, rozando el romanticismo y esto se nota, sobre todo en el barrio alto, en algunas de las calles empinadas por las que escalar hacia las mejores vistas.

Rebuscando entre las calles encontré una tienda-ciber, donde se vende haperos de fotografía de segunda mano, un sitio muy recomendable para los aficionados a este arte.

Ocasião !!

Carlos Rocha Peixoto Rua de Mãe D´Agua 11-A (a Praca de Alegria) 1250-154 Lisboa Tel 21 347 0726

 

Mas adelante encontramos los tranvías escaladores, que por 1,40€ te suben sin esfuerzo a la parte alta, es el medio de transporte más surrealista que he visto y es una especie de atracción turística obligada (mejor no pensar demasiado en su sistema de frenos, para evitar agobios).

Arriba, unas estupendas vistas de la ciudad, que en algunos momentos llega a parecerse a la Habana, por sus aires coloniales y su atractiva pero melancólica influencia atlántica.

 

 

 

 

Desde el Hotel Roma hasta el centro hay un buen paseo por las calles comerciales, donde fuimos mirando escaparates y haciendo alguna compra.

Los precios no son bajos, pero la influencia del euro no ha dejado nada a buen precio en la vieja Europa, y ésto no tiene ya nada que ver con el Portugal asequible de la época del escudo.

Las grandes marcas han aterrizado en la Lisboa cosmopolita, y han unificado las tendencias en este tiempo de globalización extrema.

Muchas joyerías de alto standing, tiendas de decoración y moda, para todos los gusto, galerías de arte y muchas terrazas y pastelerías.

Al final yo también me animo a comprar ropa, a rebuscar en alguna tienda de antigüedades y admirar los escaparates mas elegantes.

 

Si hay algo que hace de nuestro viaje algo para recordar es la gastronomía, tan próxima y al mismo tiempo tan distinta, que ha llenado de recuerdos y sorpresas nuestra memoria gustativa para siempre.

Dos grandes cátedras culinarias distinguen este país del resto del universo, la pesca y los dulces.

No he visto nunca una ciudad tan golosa como Lisboa, con tantas pastelerías a cual mas típica y arraigada en el entorno.

Del marisco se puede hablar mucho y tendido, ya que el inmenso mar provee a estas gentes de la materia prima para un permanente espectáculo de color y sabor.

Recomiendo el arroz con marisco, una cazuela de sorpresas y sabor.

El mero, que es uno de los pescados mas finos y agradables y, si tu bolsillo te lo permite una docena de ostras con un vino verde.

En cuanto a los pasteles es cuestión de probar e investigar, pero destacan unos pastelitos redondos de pasta fina y crema pastelera que creo, son los pasteles de Belem también llamados Natas.

Tanta habilidad con los pucheros , la plancha y el horno bien acompañado de uno de los caldos lusos, es digno de admiración, pero Portugal está a la altura del resto de Europa en precios, una cena para dos llega fácilmente a 50€.

Lo único que esta a buen precio es el café, solo (una Bica) 0,75€ mini café sólo, riquísimo.

 

Cae la noche en Lisboa y nos lanzamos a pasear por el centro, el ambiente es tranquilo y la temperatura suave.

Un cafe en la terraza del Teatro Nacional, con un pastelito y volvemos pronto al hotel en taxi.

 

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