Navegar por el Estrecho

Nuestro equipo de reporteros se embarca en una nueva aventura, esta vez en el Atlántico con el fantástico equipo de Turmares en busca de cetáceos. La empresa, ubicada en frente del puerto de Tarifa, cuenta con grandes profesionales, además de colaborar con la ciencia acogiendo a estudiantes en prácticas, detallando estudios y haciendo talleres medioambientales para los más pequeños y una gran labor de concienciación en torno a la importancia del océano y de las especies que en él habitan.

El Estrecho de Gibraltar es un lugar especial, a nivel geográfico separa dos inmensos continentes y dos mares, sus condiciones físicas hacen que sea un lugar de paso para grandes mamíferos marinos como son las orcas, que se pueden visualizar en verano, cachalotes que vienen a cazar a las fosas abisales del Estrecho y rorcuales, el segundo animal más grande del mundo, una ballena que atraviesa estas aguas a finales de la primavera y el verano que abandona el Mediterráneo con fines reproductores, con lo que se pueden observar acompañados de sus crías. Así, también alberga una gran diversidad de especies residentes entre las que se encuentran diferentes clases de delfines como son el común, el listado, el mular y el calderón común, siendo todos los ejemplares conocidos por el excelente equipo de biólogos y marineros que nos acompañan.

Emprendemos nuestro viaje con una mar tranquila en una mañana soleada, al bordo del Jackelin, una embarcación preparada para un aforo de hasta 165 pasajeros, en la cual la tripulación está pendiente en todo momento de nosotros, preparados para despejar cualquier duda que surja.
De repente, un miembro de la tripulación avistó el chorro de exhalación de una ballena: era un cachalote que respiraba en la superficie. Todo el barco quedó en silencio mientras el cachalote acababa y se sumergía elegantemente dejándonos apreciar su lomo y su aleta caudal. Este animal puede sumergirse hasta 90 minutos, teniendo el récord en inmersiones de los mamíferos marinos.
Sin ir muy lejos, un delfín mular se une en nuestro camino, jugando a surfear la proa del barco, ritual que continuó durante largo rato en la travesía, deleitándonos a todos con su cercanía.
A lo lejos avistamos un rorcual que salía a nuestro encuentro, como si así lo hubiéramos acordado, un cetáceo casi mágico, 25 metros de longitud y hasta 75 toneladas, que puede vivir hasta 90 años. Acompañado por delfines, salió a respirar al lado de nuestra embarcación. Inesperadamente, vemos unas salpicaduras en la mar a estribor, que según se van acercando, nos confirman lo evidente ¡¡son delfines!! ¡Y en un grupo de decenas! Un simpático grupo de delfines listados se aproxima a nosotros, saltando sobre el agua, felices, interactuando con el barco, mostrándonos su júbilo. Cristina, la simpática bióloga que nos acompaña, nos cuenta que la manada con la que nos hemos topado cuenta con unos 150 ejemplares, ya que por cada individuo que nos encontramos saltando en la superficie hay 3 que se esconden bajo el agua.
Los delfines listados nos acompañan en la popa mientras los mulares saltan en la proa, a babor y a estribor esperamos unos 12 minutos hasta que los rorcuales vuelvan a salir a respirar ¡no sabíamos a dónde mirar! Volvemos al puerto de Tarifa con las asombrosas vistas de las Columnas de Hércules, emocionados por la experiencia y con un mensaje muy conciso, no hay nada más bello que un animal libre que vive en su medio natural.